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Cuando el agua llega a casa

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La comunidad de La Asunta en el Territorio Indígena de Lomerío inauguró la instalación de un sistema de agua potable que funciona con paneles solares.

Si bien el proyecto tenía como objetivo cumplir con un derecho humano fundamental para la vida, la nueva red terminó generando un beneficio extra en contexto de Covid-19: mantener el distanciamiento social sin aglomerarse en torno a una canilla y poder lavarse las manos en su propio hogar. El proyecto también incluye la protección del bosque que es la fuente de recarga hídrica de la laguna.

Por Damián Andrada

El 14 de noviembre, el pueblo indígena Monkoxɨ de Lomerío inauguró un sistema de cañerías y 17 grifos que brindará agua potable a 35 familias y 150 personas que viven en la comunidad La Asunta. Este proyecto de infraestructura también incluyó la capacitación de los comunarios para proteger el bosque alto que rodea la laguna y constituye el principal recurso para mantener el abastecimiento de agua a través de la lluvia.

La responsable del proyecto Navegador Indígena, Ángela Agreda, explica que la red de agua es un proyecto integral que promueve la interrelación con la naturaleza: “A mayor cantidad de bosque alto, mayor cantidad de agua. El bosque succiona el agua de lluvia hacia las vertientes subterráneas. En cambio, si no hay vegetación, el suelo se hace más duro. Entonces, cuando llueve, en lugar de filtrar hacia abajo, el agua corre. Los bosques atraen la lluvia y brindan mayor humedad. Entonces las vertientes se mantienen con agua. En La Asunta, los comunarios deben conservar 1200 hectáreas de bosque que rodean el atajado y garantizan la recarga hídrica”.

El vínculo entre la falta de bosque y la escasez de agua se observa con claridad en la comunidad vecina de Palmira, donde la zona de recarga hídrica fue deforestada por el chaqueo realizado para la agricultura y la ganadería, provocando que la laguna se secara. De este modo, las capacitaciones brindadas por Fundación Natura, una ONG especializada en medio ambiente,  realizaron un fuerte hincapié en la necesidad de proteger del chaqueo a los árboles y plantas cercanas a la laguna.

Destacado: “A mayor cantidad de bosque alto, mayor cantidad de agua. El bosque succiona el agua de lluvia hacia las vertientes subterráneas.”

Las autoridades destacan que la inauguración del sistema de agua potable se dio en medio del Covid-19. Cuando comenzó la pandemia, los indígenas Monkoxɨ de Lomerío estaban muy asustados. Tras el contagio y fallecimiento de un integrante de la comunidad, nadie salió de su casa por dos semanas, no tenían para comer y pudieron atravesar la situación a través de la reciprocidad entre las comunidades. Por su parte, las autoridades realizaron campañas de difusión por radio, enfatizando la importancia del lavado de manos.

En este contexto, Agreda explica que el sistema de cañerías brindó un beneficio extra para la salud de la comunidad: ya no necesitan ir a otras comunidades a buscar agua y pueden lavarse las manos en su hogar. “Gracias a la conexión, muchas familias ya tienen acceso al agua en su propia casa. De este modo, se evita la aglomeración de personas en torno a un grifo. Que el agua llegue a la casa también contribuye a cumplir el distanciamiento social y la desinfección”, concluye la socióloga.

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Autoridades del Territorio Indígena de Lomerío y de la Organización Indígena Chiquitana (OICH) el día de la inauguración del sistema de agua potable.

Un sueño hecho realidad

El acceso al agua potable para las familias de La Asunta también se convirtió en un motivo de orgullo para la comunidad que planea seguir incorporando grifos al sistema de agua. Don Agustín García Choré es el Primer Gran Cacique de la Organización Indígena Chiquitana (OICH), la organización fundada en 1995 que nuclea a 10 centrales indígenas y dos Asociaciones de Cabildos con presencia en las tierras bajas de Bolivia. La autoridad cuenta que la asamblea eligió como beneficiaria a la comunidad que más sufrió la sequía, donde los habitantes debían cargar el agua entre dos y tres kilómetros en tinaja, en la cabeza o en burro. Además, cuentan con una laguna cercana que se llena en época de lluvia y un bosque que le permite la recarga hídrica.

El Primer Gran Cacique recuerda que los incendios que afectaron al bosque seco chiquitano durante agosto y septiembre de 2019 atentaron contra la fuente de recarga hídrica que protege la laguna y, quemaron el tanque de carga y la red de tuberías que toma el agua de la laguna. Del mismo modo, la crisis política y los bloqueos de noviembre del año pasado afectaron el traslado de los caños, la bomba y los materiales de construcción. Como si fuera poco, con la llegada del SARS-CoV-2 a Lomerío, los albañiles y plomeros debieron profundizar los cuidados en una actividad donde el distanciamiento social es difícil de cumplir. El mismo Don Agustín fue uno de los trabajadores que sufrió la enfermedad y debió apartarse del proyecto.

Destacado: “Como si fuera poco, también contribuimos a conservar el bosque que es la fuente de recarga hídrica de la laguna, pero también fuente de vida, biodiversidad y mantenimiento del clima.

“El sistema es bastante novedoso: hemos instalado todos los equipos sin utilización de energía de la red eléctrica. Ha sido económico en relación a lo que ha hecho el gobierno municipal. Estoy conforme, feliz y contento porque cumplimos con la comunidad. La gente tiene agua en sus hogares y están felices. ¿Y por qué no voy a estar feliz yo? Además, como si fuera poco, también contribuimos a conservar el bosque que es la fuente de recarga hídrica de la laguna, pero también fuente de vida, biodiversidad y mantenimiento del clima”, explica el Primer Gran Cacique de la OICH.

Como Técnico de Gestión Territorial por la Universidad NUR, Agustín García Chore explica la complejidad de la infraestructura: se puso una bomba en la laguna, se abrió una brecha por donde pasa el caño maestro hasta la comunidad, se agregaron purgadores de aire y se cavó para ubicar la cañería que lleva el agua hasta los grifos. A continuación se instalaron los paneles solares, se brindó la capacitación para su mantenimiento y se explicó el funcionamiento del sensor. El último paso fue la puesta en funcionamiento de un equipo potabilizador traído desde Brasil que mantiene el agua limpia durante 30 días a través de productos orgánicos.

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Los beneficiarios de la comunidad de La Asunta abren por primera vez los grifos con agua potable. Era la comunidad más perjudicada por la sequía.

La técnica de la Central Indígena de Comunidades Originarias de Lomerío (CICOL) Reina García García es una de las que también está feliz por la concreción del proyecto: “Para mí, como lomeriana, es bien porque hace años que La Asunta no tenía agua y se abastecía a través de otra comunidad. Ahora tienen agua potable en su propia casa y viene de una laguna con hartísima cantidad. A diferencia de años anteriores, esta vez no va a faltar”.

Agreda cuenta que, en un principio, los comunarios no creían en el proyecto, pero a medida que se iban cumpliendo los cronogramas de trabajo y la entrega de materiales, comenzaron a confiar. La Coordinadora del Navegador Indígena agrega: “La alegría de los comunarios era muy emocionante. La Asunta será la única comunidad que tiene agua potable porque cuenta con potabilizador y una bomba sumergible que funciona con paneles solares”.

Destacado: Las mujeres de la comunidad han visto mejorar su calidad de vida, dado que son las responsables de buscar el agua que utilizarán para preparar las comidas de su familia.

Además, la conexión llegó en una época de sequía, cuando se observan los primeros problemas de acceso al agua. Tras la inauguración, los comunarios están atentos al cuidado del pozo y sembrando árboles como el bibosi y plantas como la mariposa (una especie de patujú cuya flor es blanca) que, según las creencias de la Chiquitanía y el Amazonas, atraen al Jichi del Bosque: el dueño del agua que, si permanece en la laguna, el agua es abundante. Asimismo, la comunidad ya prohibió chaquear y deforestar las áreas cercanas a la laguna.

Para la técnica García García el sistema de agua también produjo beneficios no previstos en medio de la pandemia: “En esta época de Covid-19, los habitantes de La Asunta no tienen que salir a otra comunidad y juntarse alrededor de una bomba. Ahora tienen el agua a domicilio. Al principio eran solo ocho grifos, pero las familias de la comunidad financiaron el resto de las instalaciones. Superó las expectativas”.

Al igual que otros proyectos que impactan en el sistema de cuidados, las mujeres de la comunidad han visto mejorar su calidad de vida, dado que son las responsables de buscar el agua que utilizarán para preparar la comida de su familia. Con los grifos en sus hogares ya no tienen que perder tiempo caminando kilómetros ni hacer el esfuerzo para cargar el agua en tinajas o baldes.

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Reunión informativa en la comunidad de La Asunta sobre el funcionamiento del sistema de agua potable.

Por más agua potable

El proyecto Navegador Indígena es una herramienta global para la realización de los derechos de los pueblos indígenas. Es financiado por la Unión Europea y en Bolivia lo coordina el Centro de Estudios Jurídicos e Investigación Social (CEJIS). Para las capacitaciones sobre recarga hídrica y mantenimiento del bosque alto se firmó una alianza con la Fundación Natura. En el Territorio Indígena de Lomerío, el pueblo Monkoxɨ seleccionó y ejecutó dos proyectos: la recuperación del idioma Bésiro y el acceso a agua potable.

De este modo, el sistema de cañerías instalado cumple con uno de los Objetivos y Metas de Desarrollo Sostenible de la ONU: garantizar la disponibilidad de agua limpia, junto a una gestión sostenible. Como el recurso se obtiene a través de una laguna cuya recarga hídrica es a través del bosque alto y las lluvias, el proyecto también contribuye a la conservación de ecosistemas terrestres y al combate al cambio climático a través de la protección de la vegetación y el uso de energía solar.

La instalación de la bomba, los grifos y las cañerías desde la laguna a las casas se realizó respetando el distanciamiento social. En los talleres, se usaron materiales de bioseguridad como barbijos y alcohol en gel, y se mantuvieron ventilados los espacios. A partir de esta experiencia, el municipio se dio cuenta de su factibilidad y tienen el deseo de replicarlo en otras comunidades. Si bien en principio se pensaba instalar ocho grifos, terminaron colocando 17 canillas y piensan aumentar la cantidad.

Destacado: En medio de una pandemia, los indígena Monkoxɨ de La Asunta ya no se ven obligados a recorrer kilómetros hacia otra comunidad para acceder al agua, evitando las aglomeraciones en torno a un grifo.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), los gobiernos y los medios de comunicación han difundido hasta el hartazgo las medidas de prevención frente al Covid-19: distancia social, uso de mascarilla, ventilar las habitaciones y lavarse las manos. Si bien, en principio, las mismas exigen de la buena voluntad de los ciudadanos, el problema es cuando existen condiciones estructurales que no permiten llevarlas a cabo. Esto le sucedía hasta hace pocas semanas a los habitantes de la comunidad La Asunta del Territorio Indígena de Lomerío.

Hoy, el acceso a agua potable no solo permite el cumplimiento de un derecho humano. En medio de una pandemia, los indígena Monkoxɨ de La Asunta ya no se ven obligados a recorrer kilómetros hacia otra comunidad para acceder al agua, evitando las aglomeraciones en torno a un grifo. Como si esto fuera poco, ahora también pueden lavarse las manos en sus casas.

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Los indígenas Monkoxɨ de La Asunta observan el estado del bosque alto que protege la laguna a través de un dron. Los incendios en la Chiquitanía durante los meses de agosto y septiembre de 2019 generaron preocupación en la comunidad.

 

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