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Una tecnología impensada para resistir al Covid-19

Community gathered in front of fodder sheds

Los 55 galpones forrajeros construidos el año pasado les permitieron a los pueblos originarios de Jach'a Marka Tapacarí Cóndor Apacheta alimentar a las vacas y las llamas sin la necesidad de moverse del territorio.

Al estar protegido de la lluvia y el viento, la alfalfa duró más tiempo, se evitó ir a la ciudad donde circulaba el virus y se pudo mantener la producción de leche y queso. De este modo se garantizó la seguridad alimentaria durante la pandemia y se mantuvo la producción de sus principales fuentes de ingreso.

Por Betty Villca Mitma y Damián Andrada

El altiplano boliviano supera los 4000 metros sobre el nivel del mar. Allí, el paisaje es árido y frío, y las actividades agrícolas y ganaderas son un desafío para quienes habitan en este clima hostil. Por esta razón, a fines de 2019, los pueblos originarios del Territorio indígena Jach'a Marka Tapacarí Cóndor Apacheta, en el departamento de Oruro, construyeron 55 galpones forrajeros para el alimento del ganado a través del proyecto Navegador Indígena.

Lo que en principio había surgido como un proyecto para optimizar la cría de vacas y llamas terminó siendo una tecnología que permitió sobrellevar con más herramientas la pandemia del Covid-19 que afectó fuertemente al Estado Plurinacional de Bolivia  entre los meses de junio y agosto. De este modo, los criadores de ganado y productores de leche y queso pudieron mantener bien alimentados a los animales sin la necesidad de moverse de su territorio.

En consecuencia, durante el aislamiento, los galpones cumplieron un rol destacado hacia el cumplimiento de dos de los objetivos y metas de desarrollo de Naciones Unidas: la seguridad alimentaria de la comunidad a través de la generación de sus propios alimentos; y, el trabajo decente, por medio de la incorporación de tecnología y mejora en las condiciones laborales para la producción de quesos, que luego son vendidos en la ciudad. Una meta nada menor en un contexto de crisis económica y recesión mundial.

Man and woman with herd
Don Valentín Arroyo y su esposa, Victoria Martínez, muestran sus llamas en la comunidad de Chalwamayu. El galpón les sirvió para permanecer en el territorio. Foto: Betty Villca Mitma.

El testimonio de los beneficiarios

Victoria Martínez de Arroyo es comunaria de Challwamayu, en el Ayllu Cóndor Apacheta. Su familia fue una de las beneficiadas por el proyecto de desarrollo y explica que los galpones forrajeros la han ayudado durante la pandemia: “Nosotros almacenamos la cebada para las llamas y de ahí les damos para que coman. Aquí cerca nomás estaban las llamas. Ya no era necesario llevarlas al cerro. Me ha servido mucho el galpón forrajero”.

Al igual que otros países de Latinoamérica, la pandemia del SARS-Cov-2 impactó fuerte en Bolivia. Al comienzo de la pandemia, la falta de inversión en el sistema de salud generó que los hospitales colapsaran. De este modo, los pueblos originarios del Altiplano boliviano debieron escoger entre el aislamiento preventivo y la necesidad de trabajar para obtener recursos para subsistir.

Su vecino y ex autoridad de Challwamayu, Valentín Arroyo, denuncia el desamparo por parte de las autoridades, las promesas incumplidas, la ausencia de atención médica y la falta de pruebas de Covid-19. Frente a la crisis del sistema de salud y como criador de camélidos, el comunario destaca la construcción de los galpones forrajeros: “En este tiempo de la pandemia, han sido muy necesarios porque no hemos salido de nuestra comunidad. Hemos tenido que quedarnos aquí, dándoles los pocos alimentos que teníamos a los animales. La seguridad alimentaria también significa poder proteger el alimento del ganado de las polvaredas y las inclemencias del tiempo. Ahí dentro el forraje está protegido de la lluvia que lo moja y lo hace pudrir. Mientras están bajo techo no pasa nada”. Desde la comunidad Negro Kayma, Valerio Mamani agrega que el galpón también sirvió para proteger a las vacas y los terneros del frío. Una vez pasadas las bajas temperaturas, volvió a almacenar alfalfa.

Los comunarios coinciden en que los galpones les permitieron no tener que salir a buscar el alimento para las vacas y las llamas. De este modo, pudieron quedarse en la comunidad, al mismo tiempo que el forraje estaba protegido y duraba más tiempo. Su impacto en el Territorio indígena Jach'a Marka Tapacarí Cóndor Apacheta es aún mayor porque los pueblos originarios de esta región obtienen parte de sus recursos a partir de la producción de queso criollo que comercializan en las ciudades. Frente al Covid-19, también se organizaron para que solo dos personas salieran de la comunidad a vender los quesos, disminuyendo las probabilidades de que alguna persona pudiera ingresar el virus a su comunidad que es rural y, por lo tanto, estaba menos expuesta que la ciudad.

Fodder shed with herd
Berna Quispe Condori, en la Comunidad Vilacollo del Ayllu Tapacari, explica que el galpón benefició especialmente a las mujeres quienes son las encargadas de alimentar, cuidar y ordeñar a las vacas.

Proteger el forraje para producir más leche

Los comentarios a favor de los galpones también se repiten en el Ayllu Tapacarí. En la comunidad Torre Jak’e, Vitalia Martínez destaca: “Antes el forraje estaba a la intemperie, todo el día al sol. Ahora estamos conservando los alimentos dentro del galpón y, se mantienen verde y no pierden su color. La alfalfa ya no se pudre y está protegida de la lluvia y del calor. Realmente nos han servido mucho los galpones”.

Como los varones se dedican especialmente a trabajar el terreno y preparar el suelo, Vitalia agrega que los galpones benefician especialmente a las mujeres: “Nosotras hemos sido las más beneficiadas porque somos las responsables de cuidar y ordeñar el ganado. Cuanto mejor alimentadas están las vacas, más leche producen. Y con los galpones mejoramos la producción de la leche. Y a más leche, más queso”.

En la comunidad Vilacollo, la beneficiaria Berna Quispe Condori también coincide en que fue una ayuda muy valiosa para las mujeres: “El galpón nos ha servido mucho para proteger los forrajes de la lluvia y del sol. Todo el alimento del ganado meto ahí. Ahora también estamos cortando paja y vamos hacer llenar el galpón. Estas construcciones nos han ayudado más que todo a las mujeres, que somos las responsables de mantener todo limpio y, de alimentar a las vacas y llamas”.

En algunos casos, los beneficiarios ya tenían un galpón, pero era pequeño y tenía poca capacidad de almacenamiento. Este es el caso de Melecio Martínez, de la comunidad Marcavi, quien resalta la posibilidad de almacenar una mayor cantidad de forraje: “Yo tenía un galpón pequeño antes y este que hemos construido es más grande y me ha salvado mucho durante esta pandemia. El galpón nos ha servido para almacenar y dar más rápido la comida a los ganados. En tiempo de lluvia, más que todo, me ha ayudado”.

El proyecto Navegador Indígena es una herramienta global para la realización de los derechos de los pueblos indígenas. Es financiado por la Unión Europea y en Bolivia lo coordina el Centro de Estudios Jurídicos e Investigación Social (CEJIS). La selección de los proyectos y su ejecución fueron llevados a cabo por los propios pueblos originarios de Jach'a Marka Tapacarí Cóndor Apacheta que se inclinaron por recuperar su lengua y construir estos galpones forrajeros.

Si bien no fueron pensados específicamente para enfrentar al Covid-19, los galpones forrajeros fueron una herramienta sumamente útil para atravesar el aislamiento preventivo para no contraer el coronavirus. No solo permitió optimizar el almacenamiento de la alfalfa, sino que además les permitió permanecer en el territorio y aumentar la producción de leche. De este modo, el Navegador Indígena demuestra los beneficios de que los propios pueblos originarios participen de la toma decisión y la elección de sus proyectos de desarrollo.

Fodder shed with herd
Beneficiario llevando la cebada para el ganado durante la época de siembra. El forraje es almacenado durante mayo y junio en los galpones, donde se mantiene verde, no se pudre y, está protegida de la lluvia y el calor. 

 

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